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Los gatos aprenden y pueden ser educados. Al contrario de lo que lo que mucha gente cree, los felinos pueden entrenarse y sus dueños pueden corregir determinadas conductas indeseadas (como que arañe los muebles de casa o que haga sus necesidades fuera del arenero) con paciencia y algunos sencillos trucos.
"Escuchamos en demasiadas ocasiones que a los gatos no se les puede educar, pero no hay nada más lejos de la realidad", nada más lejos de la realidad. Estos son seis pasos para educar a un felino y conseguir que aprenda.
Antes de comenzar a educar a un gato hay que recordar un aspecto obvio que, sin embargo, puede pasar desapercibido cuando se trata de enseñar a un felino: los gatos no son perros. "Los felinos reaccionan ante pautas propias para su especie, nunca funcionarán los mismos métodos de educación que empleamos con los canes".
El primer paso para enseñar a un gato es, por tanto, comprenderle y conocerle. Los felinos son distintos a los perros y tienen características comunes a su especie (como una gran territorialidad o su curiosidad innata). Pero, además, cada gato tiene su propia personalidad.
Los felinos no solo aprenden a desenvolverse en los hogares, a pesar de que su domesticación es mucho más reciente que la de los canes. También conocen cuáles son nuestros hábitos o cuándo se acerca la hora de la comida.
El gato puede ser entrenado y aprender, pero hay que comprender que será muy complicado enseñarle algo que él nunca haría de forma natural", explica John Bradshaw, experto en comportamiento felino de la Universidad de Bristol y autor de 'El Sentido del Gato' (Allen Lane, 2013).
La asociación con refuerzo positivo es una herramienta de aprendizaje para los felinos. "Pero debemos comenzar con pautas sencillas, que puedan aprender rápido", añade este experto. El mejor inicio para educar a un gato es empezar por una acción que la mascota haría de forma instintiva.
Se puede probar con un sencillo salto sobre la mesa o taburete, pues estos animales disfrutan de las alturas, ya que les permite controlar el territorio. Para conseguirlo, se le puede animar con un poco de yogur natural, un poco de pavo o unas galletas para felinos.
Cada gato es distinto, al igual que lo son sus gustos culinarios. Unos felinos adoran el yogur natural, otros enloquecen con las latas de alimento húmedo y otros se sentirán atraídos hacia los pequeños trozos de embutido (como el pavo, que es bajo es grasa, y puede ser ofrecido como recompensa).
Una vez que se sabe cuál es el premio comestible favorito del gato, se podrá utilizar para enseñarle lo que se quiera. Se le ofrecerá como recompensa inmediatamente después de haber logrado que salte sobre la mesa. "De esta forma, el felino asociará la recompensa con la acción que le hemos propuesto y lo recordará como algo positivo", apunta Bradshaw.
El siguiente paso del aprendizaje del gato es captar su atención. "De este modo se le podrá enseñar pautas sencillas, como que permanezca sentado y tranquilo mientras, por ejemplo, preparamos la cena", afirma la Asociación Contra la Crueldad Hacia los Animales.
Primero habrá que acercar el premio sabroso a su nariz, dejar que lo huela y, después, subirlo con ligereza hasta colocarlo a la altura de sus orejas. Muchos felinos siguen esta trayectoria del premio, hasta que se sientan. Una vez conseguido, es importante ofrecerle el premio de inmediato, pero hay que tener cuidado de no elevarlo demasiado o se le forzaría casi a ponerse de pie.
Enseñar a un gato tiene muchos beneficios. Por un lado, este ejercicio supondrá un estímulo mental y físico para el felino. Además, su educación también conlleva pasar tiempo de calidad con el peludo compañero, por lo que se estrecha el vínculo emocional y mejorará la relación con él.
La comida, sin embargo, no es el único refuerzo positivo. Se le puede enseñar sencillas pautas de comportamiento y aprender a jugar con él con otros estímulos positivos (las caricias, los juguetes, las palabras amables) y, todo, con mucho amor.
Los gatos no responden bien a los castigos. En lugar de aprender qué no deben hacer, mediante el castigo lo que más bien se logra es que el felino salga corriendo.
Además, según su personalidad, el castigo puede atemorizarle aún más, hasta el punto de que rehúya a su dueño. Para él es estresante y suele generar nuevos problemas de comportamiento, en lugar de solucionar los que se habían propuesto.
¿Ha conseguido usted enseñar a su gato? Puede compartir su experiencia en la sección de abajo "danos tu opinión". ¡Gracias!
Cuándo acudir al veterinario
Algunas conductas indeseadas del gato pueden corregirse en casa. Pero esto no siempre es posible. Una enfermedad, un problema psicólogico o un entorno ambiental poco estimulante para el felino pueden estar detrás de una mala conducta. En estos casos, el mejor consejo es acudir pronto al veterinario para que pueda ayudar.
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